En la Didáctica, como en cualquier campo de conocimiento científico, existen diferentes modelos que expresan la diversidad de perspectivas sobre el fenómeno llamado `enseñanza´ (a veces sinónimo de educación, formación o instrucción). Sin embargo, todas esas perspectivas entienden que la enseñanza es un proceso, solo aplicable al ser humano para su desarrollo, en un tipo de sociedad.
Por lo tanto, las diferencias de los modelos didácticos no obedecen a discrepencias esenciales en los elementos e interacciones que caracterizan la enseñanza. Estas diferencias, mas bien, responden al proyecto humano y/o social, que desde cada enfoque, se pretende. Por consiguiente, los diferentes modelos didácticos plantean, en realidad, diferentes fines y/o metas sociales y, por ende, diferente modos de humanización. Así pués, el Modelo Didáctico Intercultural (MDI), es un modelo de enseñanza que comparte con todos los modelos didácticos su esencia y funcionamiento, pero se diferencia en las metas de humanización que persigue.
La esencia de todo modelo didáctico, reside en que es un proceso diseñado e implementado para guiar, orientar, mostrar...el crecimiento del hombre en todas sus dimensiones. Estas dimensiones son: la física, la afectiva y la cognitiva, que se desarrollan, siempre, de un modo personal y social. Pero según el tipo de sociedad que se quiera construir, así serán las dimensiones a priorizar en el ser humano, es decir, las metas y fines del modelo didáctico promueven una u otra dimensión humana. En definitiva, todo modelo didáctico está fundamentado en un enfoque de sociedad y en un enfoque hombre. Pero, sobre todo, tiene que estar fundamentado en un enfoque pedagógico, esto es, en un enfoque crítico con los modelos que ofrecen las ciencias sociales del momento, para evitar que el modelo didáctico sea mera reproducción de los patrones ideológicos de una época.
El Modelo Didáctico Intercultural (MDI), concuerda con el modelo pedagógico que identifica las sociedades como multiculturales. Una sociedad multicultural es aquella que está en contínua toma de conciencia sobre la diversidad cultural. Esta toma de conciencia alerta sobre los grandes retos actuales a superar, a fin de lograr el desarrollo humano íntegro (en todas sus dimensiones), promoviendo las diferencias culturales valiosas y el progreso social compartido.
El Modelo Didáctico Intercultural (MDI), concuerda con el modelo pedagógico que identifica las sociedades como multiculturales. Una sociedad multicultural es aquella que está en contínua toma de conciencia sobre la diversidad cultural. Esta toma de conciencia alerta sobre los grandes retos actuales a superar, a fin de lograr el desarrollo humano íntegro (en todas sus dimensiones), promoviendo las diferencias culturales valiosas y el progreso social compartido.
Los grandes retos sociales a los que pretende dar respuesta el MDI, para lograr el fin propuesto, son: a) la inestabilidad geográfica, afectiva y cognitiva, a la que se ve abocada la persona, por las exigencias migratorias: geográficas y virtuales, del mercado global; b) el sometimiento de la persona a la continua contradicción del relativismo, de los nacionalismos y del dogmatismo ideológico; c) las disgregaciones conceptuales, comportamentales y emocionales entre constructos, que deberían ser fuente de integración y participación social, esto es: estado, sociedad y cultura. La inestabilidad, la contradicción y la disgregación, generan continuos conflictos internos y externos que, generalmente, se resuelven con evasiones, coacciones y/o manipulaciones.
En esta situación de inestabilidad, contradicción y disgregación personal/social, el ser humano actual parece no tener más opción que la de "manipular y dejarse manipular" por las instituciones, por el igualitarismo de la legalidad y por la homogeneización ideológica de los medios de comunicación. El ser humano actual parece haber perdido toda posibilidad de desarrollo autónomo ¡no se hable ya de libertad! Y sin autonomía el desarrollo cognitivo, social y afectivo del ser humano entra en `estado de coma´.
En esta situación de inestabilidad, contradicción y disgregación personal/social, el ser humano actual parece no tener más opción que la de "manipular y dejarse manipular" por las instituciones, por el igualitarismo de la legalidad y por la homogeneización ideológica de los medios de comunicación. El ser humano actual parece haber perdido toda posibilidad de desarrollo autónomo ¡no se hable ya de libertad! Y sin autonomía el desarrollo cognitivo, social y afectivo del ser humano entra en `estado de coma´.
Sin embargo, esta es precisamente la finalidad del Modelo Didáctico Intecultural (MCI): hacer posible el desarrollo integro de la persona, enseñando competencias básicas, que eviten el sometimiento al destructivo control del globalismo, de la legalidad y de la ideología de las sociedades del Siglo XXI. ¿Pero cuales son esas competencias básicas? Para responder a esta pregunta el MDI se situa en una nueva perpectiva pedagógica, inspirada por la fenomenología. Este movimiento filosófico entiende que el ser humano es un agente activo, orientado, es decir, intencionado. La actividad básica del humano es constituir el sentido de la realidad en interacción con los objetos (mundo físico), los seres vivos (mundo natural) y el otro (sus iguales). En esta constitución de sentido de lo real, la persona es una unidad fisica-afectiva-cognitiva, con dotes extraordinarias para la empatía, es decir, la capacidad de experimentar lo que experimenta el otro y, así, compartir un mundo trancendental que logra la coherencia entre la desconcertante immanecia y la extraña transcendencia.
Por tanto, las competencias básicas que se han de desarrollar en el ser humano, para evitar el `coma cognitivo-afectivo-social´, son competencias empáticas, es decir, conceptos, acciones y emociones estables, orientadas positivamente hacia la experiencia con sentido y valiosa, de otras personas. Pero este sentido de vida es valioso para todos, no porque así se decida por convenio o votación. El sentido será valioso porque su valor para el desarrollo íntegro de todos y cada uno, es constatable y contrastable de un modo lógico-empírico-emocional. En definitiva, las competencias básicas, a desarrollar en MDI, son competencias
actitudinales, que sustenta la constitución de un sentido de vida
compartida y valioso para si mismo y para un grupo social.
Una vez identificadas las competencias que concreta la finalidad del MDI, es necesario definir cómo diseñar un proceso de enseñanza que conduzca al logro de competencias actitudinales. Para ello se define el contexto de la enseñanza, la metodología de trabajo, los recursos y la evaluación.
En el MDI, el enseñante (educador, docente, profesor, maestro), tiene que crear un contexto, cultura o clima de enseñanza, que fomente actitudes de unidad entre todas las personas implicadas en ese proceso de enseñanza. Esa unidad se logra sobre la base de otras dos actitudes: el respeto hacia todas las personas con la que se co-aprende y la responsabilidad hacia el proceso de aprendizaje compartido. Además, de forma simultánea, se ha de ofrecer la oportunidad para el aprendizaje de actitudes específicas de las diferentes culturas e enriquecedoras para todos. Por último el MDI se propone fomentar el aprendizaje de actitudes de participación y promoción, en el estado y en la sociedad, en igualdad de oportunidades.
Si la unidad, el respeto, la responsabilidad, las diferencias culturales y la igualdad de oportunidades sociales, definen el componente ético del contexto en el MDI; por su parte, los objetivos y contenidos, de este modelo, deberán orientarse a la construcción de conceptos y procedimientos que pósibiliten la experiencia emocional de las actitudes mencionadas. Sin duda, estos objetivos y contenidos van a versar sobre procesos de comunicación humanas en todas sus modalidades. Coherentemente con estos objetivos y contenidos, la metodología que se aplica debe ser, sin duda, una metodología mixta: Trabajo Autónomo o Individualizadas, Trabajo Colaborativo, Dinámicas de Grupo, Metodos Colectivos.... En este marco metodológico, los recursos prioritarios serían las tecnologías de la información y la comunicación.
Por último, la evaluación de la enseñanza en el MDI, se centraría en definir y elaborar criterios e instrumentos para comprobar las habilidades de decodificación, de comprensión, de interpretación crítica y de producción creativa. Se habría de comprobar la aplicación de estas habilidades en diferentes sistemas de comunicación humana (que son los objetivos y contenidos de este modelo). Especialmente, en el MDI, interesa la aplicación de habilidades de lenguaje verbal, en un modo multilingüe, así como en la alfabetización audio-visual. La razón de este doble interés es la siguiente. .-Por una parte, las diferentes lenguas, son el máximo exponente de compresión y expresión de la unidad y diferencia cognitiva-cultural del ser humano. Por lo tanto, el lenguaje verbal en su versión oral y escrita es clave para un desarrollo cognitivo-social-afectivo compartido.
Por otra parte, los reduccionismos dogmáticos de la ideología imperantes, en el Siglo XXI, se han apropiado de la imagen como medio privilegiado de comunicación universal por su fuerte impacto sobre las emociones. Los símbolos y códigos de expresión visual (asociados a otros lenguajes) inducen emociones que envuelven ideas reduccionista y/o segadas. Esto paquetes emocionales-conceptuales visuales crean en el cerebro binomios sólidos, prestos para la reproducción y, por tanto, muy resistentes a la flexibilidad necesaria para incorporar ideas lógico-racionales creativas y valiosas. Solo una adecuada alfabetización audiovisual permite descifrar las ideas asociadas a las emociones de las imágens de un modo critico, tomando de los prejuicios y esteretipos, reproductores de desigualdades.
En definitiva, la implementación del Modelo Didáctico Intecultural (MDI) se logra construyendo comunidades humana, cuyo sentido compartido lo constituye la unidad, el respeto y la responsabilidad, en el logro de competencias comunicativas básicas que posibilitan la participación en la sociedad. Estas "comunidades de sentido compartido" incluyen las diferencias culturales, superando los desencuentros y ofreciendo optatividad en la elección de contenidos, métodos y/o recursos, a los estudiantes. Además estas "comunidades de sentido compartido" se organizan, necesariamente, de un modo flexible; es decir, son comunidades de aprendizaje abiertas a las diferentes constituciones de sentido de las sociedades multiculturales.
Para pensar
¿Qué objetivos conceptuales y procedimentales se formularían en el MDI? ¿Qué tiene que ver el MDI con el modelo que se propone desde la legislación educativa en el momento actual?
Para profundizar
Arroyo, R. (2009). Enfoque didáctico para la interculturalidad. En A, Medina y F, Salvador (coords), Didáctica General (pp: 389-413). Pearson